Y esto es independiente del sobrepeso u otros factores de riesgo que predisponen a desarrollar cardiopatías y diabetes.
Estos resultados corresponden a un estudio de 10 años de duración realizado a 38.172 mujeres sin enfermedad cardíaca o diabetes al inicio de la investigación, en 1993.
Los investigadores dividieron a las mujeres en cuatro grupos: las que tenían presión óptima (menos de 120 mmHg de presión sistólica y de 75 mmHg de presión diastólica); las que tenían presión normal (120-129 mmHg y 75-84 mmHg); las que presentaban presión alta dentro de un rango normal (130-139 mmHg y 85-89) y las que tenían presión alta (por lo menos 140 mmHg y 90 mmHg y/o antecedentes de hipertensión o tratamiento previo para prevenirla).
En total, 1.672 mujeres desarrollaron diabetes tipo 2 durante el seguimiento y un 9,4 por ciento tenía presión alta permanente. El 5,7 por ciento de las mujeres que desarrollaron diabetes tipo 2 estaba en el grupo con presión alta, pero dentro del rango normal.
Tras descartar distintos factores, como la edad, la etnia, el tabaquismo, el consumo de alcohol, el peso, la actividad física y los antecedentes familiares de diabetes, el equipo dirigido por el doctor David, de la Escuela Médica de Harvard, las mujeres con presión alta tuvieron tres veces más riesgo de sufrir diabetes que aquellas con presión óptima.
Las mujeres que tuvieron presión alta durante el estudio también sufrieron alto riesgo de desarrollar diabetes.
Las pacientes con presión alta, pero dentro del rango normal, tuvieron un 26 por ciento más de riesgo que aquellas con presión estable o baja. En las mujeres que desarrollaron hipertensión, el riesgo aumentó al 64 por ciento.
Este estudio, concluyó el equipo, "aporta evidencia sólida" de que la presión y su progresión están relacionadas con un mayor riesgo de sufrir diabetes tipo 2.
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