Un grupo de investigadores reveló que las personas que vivían en zonas más propicias para el ejercicio y la alimentación saludable tenían menos probabilidad de desarrollar resistencia a la insulina (factor precursor de la diabetes).
La resistencia a la insulina y la diabetes tipo 2 están estrechamente asociadas a la obesidad, así que el peso corporal podría ser una de las razones principales por la cual las características del vecindario estarían vinculadas con el riesgo de desarrollar resistencia a la insulina.
Los investigadores plantearon como hipótesis que las personas que viven en vecindarios favorables para el ejercicio -con calles seguras, y en las que se puede caminar, o cerca de gimnasios y parques, por ejemplo- pueden ser más activos físicamente.
Del mismo modo, tener mercados de barrio que vendan frutas, verduras y otros alimentos saludables de alta calidad puede facilitar un consumo de alimentos sanos.
"Este estudio se suma a una evidencia creciente de que las zonas residenciales pueden tener influencia sobre las conductas de salud y la morbilidad", dijo a Reuters Health la doctora Amy H. Auchincloss, de la Universidad de Michigan en Ann Arbor.
Auchincloss observó que los hallazgos también respaldan los esfuerzos para diseñar vecindarios con el objetivo de fomentar la buena salud, como por ejemplo la exigencia de que las áreas residenciales tengan aceras, la creación de parques y "espacios verdes" públicos y la mejora del transporte público para que la gente dependa menos del automóvil.
El estudio, publicado en la revista Epidemiology, incluyó a 2.026 adultos que vivían en tres áreas de Estados Unidos: la ciudad de Nueva York, la ciudad y el condado de Baltimore y el condado de Forsyth (Carolina del Norte).
Los investigadores reunieron información sobre una variedad de factores relacionados con la salud, incluidos la edad, el peso y los antecedentes familiares de diabetes de los participantes.
Luego el equipo utilizó información de una encuesta diferente a residentes de las mismas zonas para medir cuán favorable para el ejercicio y la dieta saludable era cada área.
Se preguntó a los residentes, por ejemplo, si era "agradable" y "fácil" caminar en su barrio y si había instalaciones para hacer ejercicio cerca.
Respecto a los alimentos, los expertos consultaron a los participantes si disponían cerca de una amplia selección de frutas, verduras y alimentos de bajo contenido graso de alta calidad.
En total, las personas que vivían en barrios que tenían muchos de esos recursos presentaban un 17 por ciento menos de posibilidades de desarrollar resistencia a la insulina que quienes habitaban vecindarios con menos recursos.
Los hallazgos no prueban que vivir en un vecindario favorable para el ejercicio y la dieta saludable reduzca el riesgo de resistencia a la insulina de una persona, según Auchincloss.
Aun así, dijo la autora, los resultados respaldan el trabajo que ya están realizando algunos departamentos de salud pública y grupos sin fines de lucro, como apoyar a los mercados de granjeros en las áreas urbanas de bajos ingresos y ayudar a las tiendas de esas zonas a mejorar su selección de alimentos saludables.
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