Junto a investigadores de varios países, Sergio Quezada publicó un estudio en la revista Science que describe un mecanismo clave en el funcionamiento de la enfermedad. El hallazgo abre futuras expectativas de una cura, por lo que revistas y diarios del mundo lo han tildado como el avance más prometedor en décadas contra este mal.
“Soltar el freno” y “mover el manubrio”. Esos son los conceptos clave que están detrás de una nueva investigación contra el cáncer, y que es considerado por muchos como un paso fundamental en la búsqueda definitiva de una cura contra esta enfermedad.
El descubrimiento publicado por la revista Science, y que ha sido 
replicado por la prensa a nivel mundial, es liderado por un chileno: 
Sergio Quezada, director del Laboratorio de Inmunología del Cáncer en el
 University College de Londres.
¿El avance? Junto a un grupo de 36 científicos logró identificar 
células tumorales que son comunes para el cáncer original y sus 
mutaciones. Ahora, el sistema inmune podrá combatir el cáncer desde la 
base que lo originó: una sola arma para las diferentes células 
cancerosas de un mismo individuo. 
La idea de la investigación comenzó hace tres años cuando Quezada y 
Charles Swanton, del Cancer Research Institute,y el otro coautor del 
estudio, se unieron para trabajar. 
En investigaciones previas Swanton, experto en genómica, había 
demostrado que los tumores evolucionan de forma muy similar a lo que 
describió Darwin para las especies: a partir de un set de mutaciones en 
común (como si fuera el tronco de un árbol), el tumor va creciendo y 
sumando nuevas mutaciones que dan origen a nuevas células con secuencias
 genéticas distintas (ramas del árbol) que al final se traducen en 
metástasis en otros órganos. Así, cada vez que el cáncer crece, va 
mutando y sumando nuevas células tumorales que van liberando un antígeno
 (proteína) distinto. Al final, el sistema inmune se confunde porque 
debe generar distintos anticuerpos para atacar a cada célula y esa es 
una de las razones por las que el cáncer persiste, vuelve a aparecer o 
se escapa hacia otros órganos.
“Si las células inmunes desperdician valiosos recursos persiguiendo a
 antígenos que no están presentes en la superficie de todas las células 
cancerosas, hay riesgo de que falten partes del tumor por atacar”, 
explica Quezada.
Bajo esa lógica, ambos investigadores junto a otros científicos, 
 analizaron genéticamente distintos tipos de tumores hasta encontrar una
 especie de “tarjeta de identificación” que es común para todas las 
células del cáncer primario y también de las metástasis. Esos son los 
neoantígenos clonales del tumor, que pueden ser atacados por el sistema 
inmune si este es entrenado para hacerlo.
Estos neoantigenos son un nuevo marcador celular que permite al sistema inmune buscar el tumor y destruirlo.
“La terapia inmunológica busca que el sistema inmune trabaje a toda 
velocidad. Frente a un cáncer los linfocitos T, células encargadas de 
destruir al cáncer, se apagan debido a las señales que envía el tumor y 
las actuales terapias inmune hace que se prendan de nuevo”, explica 
Quezada.
La nueva investigación agrega el manubrio al sistema inmune. “En base
 al análisis genético de tumores hemos sido capaces de ver qué hay 
dentro del tumor e identificar, dentro de todas las mutaciones que tiene
 un tumor, las mutaciones comunes a todas las células de tumores de ese 
paciente. Podemos crear una tarjeta de identificación, mostrársela al 
sistema inmune y decirle, esto es lo que tienes que atacar”, señala. 
Ahora, la inmunoterapia podría atacar a todas las células del tumor y no
 solo a algunas, impidiendo que el tumor se escape, se vuelva resistente
 al tratamiento, haga metástasis o un nuevo tumor.
Mutaciones
Según Quezada, si a un tumor de gran tamaño se le extrae tejido de 
cinco lugares distintos y se secuencia genéticamente, se encontrarán 
mutaciones propias en cada área (ramas) y otras que son comunes a las 
cinco (tronco).“Si logramos atacar el tronco y  ponemos todas las 
energías solo en él, los linfocitos serán capaces de cortar el árbol y 
detener el cáncer”, explica el experto.
Hasta ahora, la investigación se ha centrado en la identificación de 
las mutaciones comunes y en encontrar linfocito T al interior de las 
células tumorales compartidas. El próximo paso es usar este conocimiento
 para que los linfocitos que ya se sabe son capaces de combatirlas, las 
reconozcan y puedan hacerlo en un gran número.
Para eso, se piensa pueden existir dos terapias: la terapia celular y vacunas que despierten al sistema inmune.
Quezada adelanta que han hecho algunas pruebas preliminares en 
ratones en las que se ha demostrado que cuando existen linfocitos T, 
seleccionados y entrenados, son súper poderosos contra el cáncer. “No 
hemos demostrado que esto puede tener un impacto en la atención al 
paciente. Lo que demostramos es que hay terapias únicas potencialmente 
presentes en el tumor de cada paciente. Se trata de tomar la medicina 
personalizada al limite “, explicó Swanton al diario británico The 
Guardian. 
Según Quezada, no debiera pasar mucho tiempo antes de conseguir los 
primeros estudios en humanos. Después del laboratorio, se hacen algunas 
pruebas en ratones y luego se prueba en pacientes.
Esta investigación se centró en el cáncer de melanoma y de pulmón, 
dos enfermedades que tienen una gran cantidad de mutaciones. En cánceres
 con menos mutaciones todavía no se ha intentado.
Colaboración
En el estudio participaron 36 
investigadores de distintas nacionalidades perteneciente a las 
universidades de Harvard, College de Londres y Massachusetts Institute 
of Technology (MIT). “Desde mi punto de vista, esto es de la ciencia más
 interesante que he hecho y de la más colaborativa. La cantidad 
investigadores y el flujo de información de continente a continente, de 
distintos laboratorios ha sido muy importante”, dice Quezada.














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